En esta reseña hablaremos sobre la maestría de la que Kawabata hace gala para que en su obra La casa de las bellas durmientes prime la forma antes que el fondo.
Existe una centenaria discusión entre críticos y escritores cuando se trata de leer y escribir una obra. ¿Qué importa más: el fondo o la forma?
Creo que los dos, o uno solo de ellos, cualquiera con los que se sienta más cómodo el lector. Nadie puede decirle a uno cómo o qué debe leer, el mismo Borges lo dijo:
«Si un libro aburre, déjelo. No lo lean porque es famoso. No lo lean porque es moderno. No lo lean porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo. Leer es buscar una felicidad personal, un goce personal. Si no caemos en la tristeza de las bibliografías, de las citas».
Desde mi perspectiva, creo que el escritor debe ser maestro de ambos frentes. Pero igual, sigue siendo mi creencia.
Comenzaré lanzando conceptos de fondo y forma -de manera simplificada porque mi afán no es crear en este post ningún curso de escritura-.
¿Qué es fondo y forma?
Con respecto al fondo, mensaje o contenido del relato: es la forma de relatar los temas presentes en una historia; así como su estructura si hablamos en términos estructuralistas: actantes, antagonistas, ayudantes, núcleos, entre otros; y la forma sería el cómo está escrita la historia: su escritura, figuras literarias, imágenes; en fin, la destreza de escribir hermoso.
Recalcaré aquí que escribir hermoso no es llenar el texto con figuras literarias colocadas al azar, ni tampoco con palabras rebuscadas del diccionario de la lengua española de nuestra tátara abuela. Una escritura hermosa es una escritura que te agarra de los ojos, y te narcotiza al leerla; aún así la historia no te guste.
Te dejaré al final del post, un par de enlaces a otros blogs que explican a profundidad el fondo y la forma.
El arte de la forma antes que el fondo en la obra de Kawabata
Kawabata logra a través de la forma, tomar tu mano, y llevarte por su historia hacia la Casa de las bellas durmientes. Con una historia simple; un argumento tan simple que al terminar de leer el primer capítulo me hice esta dos preguntas sobre la idea principal de la novela:
¿Cómo sostendrá Kawabata, a lo largo de poco menos de cien páginas, relatar a un anciano que paga por dormir con vírgenes jóvenes dormidas?, ¿y sin romper una de las reglas más importantes de la casa: no violar a las jóvenes durmientes?
¡Alerta de spoiler!
Si eres de los que no soportan los spoilers puedes saltarte el argumento.
Reseña de la novela: La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata
Resumiré su argumento: Eguchi es un viejo de setentaisiete años que, por recomendación de un compañero suyo llegó a La casa de las bellas durmientes. Un lugar cuya primera impresión haría pensar que se tratara de un prostíbulo. Pero el mismo relato va contando que no es así. -No en el estricto sentido, aunque la señora de la casa hable de promiscuidad, pese a que está prohibido tener relaciones con las jóvenes durmientes-.
Llevado por la curiosidad, seguro de que su vejez no es tan vieja, Eguchi se acuesta timorato la primera vez con una muchacha narcotizada donde le llegan viejos recuerdos de otros amores.
La segunda vez se recuesta con una muchacha a la cual la dueña de la casa llama “más experimentada”, y con quien recuerda una vieja anécdota de su hija menor a quien al parecer habían violado.
La tercera vez se recuesta con una joven más pequeña que la anterior, quien le recuerda a una de sus amantes cuyo marido se había ausentado a Kobe.
La cuarta muchacha, quizá un poco más voluminosa que las anteriores, apenas le trae ciertos recuerdos; y la quinta vez, al enterarse de que un anciano que frecuentaba la casa había muerto, la señora de la casa hace dormir a Eguchi con dos muchachas: una morena, y otra rubia.
Cuando Eguchi toma sus píldoras para dormir, despierta en la madrugada con la sorpresa de que la muchacha morena había muerto. Le sorprende aún más la fría templanza de la señora de la casa que, al enterarse de aquello, toma el cuerpo de la joven y se la lleva. Sin lamentos. Sin remordimientos.
Fin de Spoiler
Análisis de la obra de Yasunari Kawabata
Pese a esa sencillez del argumento, al término de su lectura, el relato de Kawabata ofrece esa sensación de que hay algo que le falta a la historia. Pero, no necesariamente es así.
La belleza de este texto radica, no tanto, en el grueso de su historia -fondo-, cuya idea, por más atrayente que sea, no da para más y por eso mismo es un libro pequeño. Te lo podrías leer de una sentada. Es una historia recta dividida en cinco capítulos donde más o menos se repite lo mismo.
¿Dónde radica la belleza de esta historia?, en dos aspectos: Sus conflictos y su escritura.
Los conflictos que lleva a lo largo de cada uno de los cinco capítulos, escritos magistralmente por los temas de la historia. -En términos de Robert McKee, lo llamaríamos los valores universales– son: La vejez, la juventud, el erotismo y la virginidad.
Valores universales que se golpean uno a otro como asteroides a lo largo de sus cinco cortos capítulos. Por un lado, la lozanía de las jóvenes -una, creo que tenía catorce años- colisiona contra la vejez del protagonista. De la misma manera, el erotismo de este personaje que en ciertos momentos le lanza a tener pensamientos desagradables contra la virginidad de las muchachas. Así se crea la tensión del relato: existe una batalla de valores que son la gran virtud de esta novela.
Estos cuatro temas tienen su conflicto cada vez que Eguchi entra en la cama con las muchachas. Un anciano que se niega a aceptar su vejez y que se acuesta con jóvenes desnudas, las palpa, revisa su cuerpo admirando su juventud; a una de ellas metió sus dedos en la boca. Así provocó otro conflicto de valores entre el sueño y la vigilia. El lector tiene abierta la expectativa de que algún momento, una de las muchachas pudiera despertar.
Por otro lado, sobre la virtud de esta novela; está la forma de escribir de Kawabata. Ya dicen los maestros de creación literaria, que la bella escritura no está en complicar el relato, sino en volverlo simple. Kawabata, al describir a las jóvenes, no se esparce hablando de flores de primavera o adjetivos innecesarios; sino, que lo hace con tanta simplicidad que uno puede sentirse acostado junto a cada una de las jóvenes con quienes su personaje, Eguchi, duerme:
“Los dedos, largos y esbeltos en comparación con la redondez de las mejillas, le hicieron pensar en las piernas extendidas. Buscó una pierna con la planta del pie. La mano izquierda también tenía los dedos ligeramente separados”. (Kawabata, 1961, p.36).
El texto termina de esa forma. Batallando con esos conflictos, huelga decir, desarrollados dentro de la mente del mismo personaje.
Por tanto, esta obra de la que tanto oí hablar y de la cual hasta ahora no me atreví a leer, me causó una enorme gratitud cuando llegué al punto final; pero también me provocó ese mal sabor de que pudo haber sido mejor. Y no digo que debería ser mejor. ¿Quién soy yo para decir eso?, cuestión de gustos, simplemente. Prefiero las historias que desarrollan el fondo y la forma a la par. Mis apreciaciones personales no pueden hacer a una obra buena o mala, porque en la forma que está escrita, La casa de las bellas durmientes Es una obra maestra.
Enlaces a fondo y forma:
Bibliografía
Kawabata, Y. (1961). La casa de las bellas durmientes. Buenos Aires: Hyspamerica ediciones Argentina. S. A.
McKee, R. (2002). El guión. Barcelona: Alba Editorial.