Si estás buscando todo sobre el modernismo ecuatoriano, sus autores, sus obras y sus características, te invito a leer este post, así como el post anterior en que abordamos el contexto histórico del modernismo y otras características.
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El canon académico reconocerá como representantes del modernismo ecuatoriano a seis poetas. Estos poetas trabajaron una forma limpia y esmerada de hacer lírica como se mostrará en las características del modernismo ecuatoriano.
AUTORES Y OBRAS DEL MODERNISMO ECUATORIANO
Alfonso Moreno Mora:
Cuencano, 1890 – 1940. Fue el poeta que menos se alejó del romanticismo en términos de alabanza de la naturaleza. Su poesía se la podría catalogar como bucólica, incluso, su poesía puede ser la más tierna, colorida y vital de los otros modernistas. Juan Valdano en su estudio introductorio de la obra de Moreno Mora dice de él:
“La visión paisajista con un hálito de nostalgia, ternura y con un tratamiento formal cercano a la estética cadenciosa rubendariana (…) y en aquellos sonetos, perfectos desde el punto de vista formal en los que se evocan escenas de la vida campestre y ese bucolismo muy azuayo”. (p.52).
Obra:
No escribió un libro en su vida, pero publicó sus poemas de manera dispersa en revistas literarias como Páginas Literarias, América latina y Austral.
José María Egas:
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Bahía de Caráquez, 1897-1982. En su juventud viajó a Quito y se relacionó con los poetas modernistas de la capital de quienes adquirió su espíritu decadente y pesimista hacia la vida, aunque sin llegar al extremo del suicidio como sí lo hicieron los cuatro siguientes poetas. La característica preponderante de María Egas se da por sus alusiones constantes al cristianismo y los motivos católicos, por sobre otros.
Obra:
Unción, Arias íntimas, La senda florida, El milagro, El milagro y otros poemas, Canto a Guayaquil, Poesías completas.
Ernesto Noboa y Caamaño:
Imagen tomada de: https://es.wikipedia.org/wiki/Ernesto_Noboa_y_Caama%C3%B1o#/media/Archivo:ErnestoNoboa.jpg
Guayaquileño, 1889, viajó temprano a Quito donde se suicidó en 1927. Trabó una buena amistad con el poeta Arturo Borja. Entre los dos forjaron su pasión por lo melancólico, la soledad, el dolor del hastío y la evasión de la realidad. Se puede considerar que Noboa y Caamaño raya más en la poesía simbolista, antes que modernista, sin dejar de pertenecer a la escuela rubendariana.
Noboa y Caamaño se convirtió en adicto a la morfina. Su poesía, junto a la de Borja, es la más decadente y pesimista de todas. Parafraseando las palabras de Agustín Cueva, mencionadas por Francisco Proaño Arandi en su estudio introductorio de la obra de Noboa y Caamaño dice:
“estudiosos como Agustín Cueva han señalado el sentido de su poesía (…) como una fase de la conciencia feudal que, excluida del poder político en aquellas primeras décadas del siglo XX, expresaba su derrota a través de la franca evasión de una realidad para ella irreconocible”.
Obra:
La romanza de las horas, La sombra de las alas fue un libro que no salió a la luz.
Medardo Ángel Silva:
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Guayaquileño 1898 – 1919. Fue el poeta que vivió en la cosmopolita ciudad de Guayaquil, más abierta al mundo, menos quieta, menos tediosa que la Quito de aquella época. Además, fue el más prolífico de todos los poetas modernistas decapitados y su obra transcurrió en los géneros: crónica, narrativa poética y poesía.
Trabajó en el diario El Telégrafo bajo el seudónimo de Jean D’Agreve, o René Oscar. Su obra, a diferencia de los otros modernistas ha trascendido por su alta estética, e imágenes pulcras y hermosas. Su poema El alma en los labios fue musicalizado por Francisco Paredes Herrera y cantada por Estrella Irú, aunque su versión más famosa va de la voz de Julio Jaramillo.
Obra:
Poesía: El árbol del bien del mal, Trompetas de oro.
Novela: María Jesús.
Humberto Fierro:
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Quito, 1890 – 1929. Hijo de una familia terrateniente, pasó su juventud encerrado en la hacienda Miraflores de Cayambe dedicado a la lectura y la música. Se podría decir que fue el poeta más ilustrado y el que más referencias históricas y mitológicas usa en su poesía. Se lo considera como el más refinado de los modernistas.
Obra:
El laúd en el valle, Velada Palatina.
Arturo Borja:
Imagen tomada de: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/fotos/borja_arturo.jpg
Quito, 1892 – 1912. El poeta más joven en suicidarse. Vivió su niñez en París y volvió a Quito donde formó grupo con los poetas modernistas como Ernesto Noboa y Caamaño con quien hizo amistad. Al igual que él ingresó en el mundo de las drogas. Se especula que, debido a su conocimiento de la realidad parisina comparada con el atraso quiteño, el joven poeta envejeció tan pronto. Su poesía es considerada la más musical de todo el grupo de modernistas, así mismo el más melancólico.
Obra:
La flauta del ónix.
10 CARACTERÍSTICAS DEL MODERNISMO ECUATORIANO
Como se habrá leído en el post anterior, el medio social ecuatoriano habría de provocar una tardía llegada del modernismo al Ecuador. De hecho, se produjo el brote modernista en nuestro país cuando en el resto del mundo ya estaba siendo superado por otros movimientos del vanguardismo.
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Nuestros modernistas van a recopilar varias características propias del modernismo latinoamericano, pero con sus propias características. Por otro lado, es importante sentar que algunas características florecieron más en unos autores que en otros:
Características de la poesía modernista del Ecuador.
La primera: Tardía llegada del modernismo al Ecuador.
A esta generación se le suele llamar generación de 1914 ya que fue en aquella época en la que florecieron sus poemas. No obstante, a los poetas Medardo Ángel Silva, Humberto Fierro, Arturo Borja y Noboa y Caamaño se los ha encasillado bajo el nombre de generación decapitada.
Segundo: El arte por el arte.
La vida del poeta estaba enarbolada para crear poesía hermosa. Su vida estaba destinada a la búsqueda de la perfección lírica.
Esto escribió Ernesto Noboa y Caamaño, a su amigo Arturo Borja tras su muerte en su poema A Arturo Borja.
“Juntos seguimos la agostada senda, entre sombras y cieno y aspereza, y juntos aportamos nuestra ofrenda de amor, ante el altar de la Belleza”.
Alfonso Moreno Mora en su poema Visión Lírica escribió:
“Doctrina de bella, religión de ternura, lazo de caridad: risueña, fácil, pura, nos llevará a los reinos de la santa hermosura”. Arturo Borja le escribió a Ernesto Noboa y Caamaño en su poema Epístola: “¿Qué fuera de nosotros sin la sed de lo hermoso y lo bello y lo grande y lo noble?...”
Tercero: El paso de lo bello a la angustia de la vida, el tedio, la muerte.
Aunque hubo un deseo de buscar lo bello y lo extraordinario, la vida cotidiana y la realidad nacional provocarán en ellos la fórmula de una poesía pesimista.
Arturo Borja en Epístola, un poema que dedicó a su amigo Ernesto Noboa y Caamaño, escribió:
Luego después las fieras de los acreedores Que andan por esas calles como estranguladores Envenenando nuestras vidas con malolientes Intrigas, jueces, leyes y miles de expedientes Y haciendo el cuotidiano horror más horroroso. ¿Qué fuera de nosotros sin la sed de lo hermoso Y lo bello y lo grande y lo noble? ¡Qué fuera Si no nos refugiáramos como en una barrera Inaccesible, en nuestras orgullosas capillas Hostiles a la sorda labor de las cuchillas! Tú dijiste en momento de genial pesimismo: “Vivir de lo pasado… ¡oh sublime heroísmo!
Ernesto Noboa y Caamaño escribió en Nocturno.
Y siento la nostalgia de lo que fue. El recuerdo De pretéritas dichas lejanas y brumosas Y las angustias de hoy en que solo me pierdo Por esto la senda que hollan cadáveres de rosas.
Cuarto: Los poetas buscaron evadirse de la realidad.
El pesimismo extremo se evidenció en una evasión total de la realidad ecuatoriana. Esto fue reflejado en sus versos por las pocas o nulas referencias al paisaje ecuatoriano como símbolo del país. En cambio, enfocaron sus esfuerzos líricos en objetos pequeños como las rosas, los pájaros, las piedras preciosas, o lo mágico. También hablaron sobre el anhelo de lo bello representado en la poesía misma o en la mujer amada.
Humberto Fierro escribió en Las copas del estío:
“Las copas del Estío no ofrecen una esencia Que calme como tú la sed de la delicia, Como un olor de rosas me encanta la caricia De tus queridos ojos de oscuridad de ausencia”.
José María Egas en su poema Vas Lacrimarum escribió
“No sé qué herbolario, ni que hechicería, o qué libro malo me dio su licor… Pero, misterioso fakir, yo quería deslumbrar el Asia de mi fantasía con tu fabulosa leyenda de amor”.
Quinto: Usaron la melancolía y el dolor como fuentes de inspiración. La muerte se convertirá en un escape de su angustia.
La melancolía solía ser fuente de inspiración. La soledad, si bien les resultaba doloroso, fue motivo de versificación; así como la mención de un desprecio al tedio y el hastío cotidiano. También son recurrentes evocaciones a la muerte en su poesía como medio de liberación. Hernán Rodríguez Castelo (s.f.) habla sobre aquello de la siguiente manera:
“Fracasados todos los intentos de fuga; agravadas definitivamente las hondas depresiones del psicasténico, llegados a la atonía, el pesimismo, el asco de vivir, un lacerante sentimiento de vaciedad e inanidad intolerables, ocurrió la seducción de la muerte, como evasión definitiva. Y no les quedó sino morir. (p. 22).
Alfonso Moreno Mora, acaso el poeta más vital de todos los mencionados en este post, escribió en su poema Epístola a Luis Felipe de La Rosa:
“¿Vivo?, ¿Para qué vivo? ¿Quién me manda que viva? ¿Puedo aún una nueva primavera esperar? Y si a Dios le demando, ¿Dios hará que reciba un lote, un nuevo lote de fuerza para andar?”
Medardo Ángel Silva escribió en Aniversario su pesimismo sobre la vida, incluso siendo joven:
“¡Me son duros mis años -y apenas si son veinte-; ahora se envejece tan prematuramente, se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos, que repentinamente nos encontramos viejos, en frente de las sombras, de espaldas a la Aurora, y solos con la esfinge siempre interrogadora!
Ernesto Noboa y Caamaño escribió en Aria del olvido:
“¡Ya todos sois idos, todos estáis yertos, rostros bondadosos, labios compasivos; llevadme vosotros, corazones muertos, que me despedazan corazones vivos!”
Humberto Fierro, el más versado de todos los modernistas escribió en Dilucidaciones:
“Me han familiarizado los días de fastidio Con la idea rosada de tener que morir… Yo no tengo Pegasos… Voy cansado al Excidio, Y no cantaré nunca la dicha de vivir!”.
Arturo Borja, el que vivió la París moderna y vio truncarse su sueño estético en Quito, escribió en Melancolía, ¡Madre mía!:
“¿Qué me ha quedado de aquella hora primaveral? La melodía pasó. Ahora solo hay un eco funeral”.
José María Egas escribió en Lo fatal.
“¡Señor! ¿Para qué me has dado tantas fontanas milagrosas, si al corazón purificado le hacen sufrir todas las cosas?”.
Sexto: Recurrencia del Tedio o Hastío
El tedio al parecer, en poetas como Arturo Borja y Ernesto Noboa y Caamaño, pudieron haber sido influencias directas de los simbolistas franceses, más que del mismo modernismo. Este tedio se reforzó debido a la inacción de un país que no despegaba hacia la modernidad.
Veamos qué escribió Charles Baudelaire sobre el Tedio o Hastío en su cuento El jugador generoso:
“A fin de recompensarte por la pérdida irremediable de tu alma, te concedo la apuesta que hubieses ganado si la suerte hubiera estado de tu parte; es decir, la posibilidad de aliviar y de vencer durante toda tu vida esa extraña afección del Hastío que es la fuente de todas vuestras enfermedades y de todos vuestros miserables progresos”.
Ernesto Noboa y Caamaño en su poema Para la angustia de las horas, escribió:
“Cuando el áspid del hastío me roe, tengo unos libros que son en las horas cruentas mirra, aloe, de mi alma débil el sostén: Heine, Samain, Laforgue, Poe y, sobre todo, ¡mi Verlaine!”.
Humberto fierro escribió en Fantasía desobligante:
En la calleja pálida; Y arrastrando su hastío Mi alma iba hasta la cálida Canción que, en lo sombrío Del parque, clareaba La fontana amarilla… El espejo soñaba Su antigua pesadilla.
Séptimo: Buscaron otros temas en el pasado, ya sea de su propia infancia, como del pasado histórico de otras naciones; o el anhelo de lugares lejanos y fantasiosos.
Humberto Fierro, en su poema Cabalgata Bélica, se lamenta de lo que pudo haber sido la Gran Colombia y el sueño de Bolívar.
“¡Ah, que no fuera su sueño espléndido, Ah, que no fuera su espada heraclida Y el destino de la Gran Colombia Se perdiera en la noche radiosa!”
Ernesto Noboa y Caamaño, en Emoción Vesperal, habla sobre un viaje largo, sin retorno:
“Hay tardes en las que uno desearía embarcarse y partir sin rumbo cierto, y, silenciosamente, de algún puerto, irse alejando mientras muere el día”
Octavo: Usaron referencias a sus autores favoritos.
En sus obras hubo amplias referencias a sus autores favoritos como Rubén Darío, Charles Baudelaire, Edgar Allan Poe, Verlaine, entre otros. El poeta modernista que más referencias históricas, mitológicas y de autores realizó fue Humberto Fierro.
Ernesto Noboa y Caamaño escribía en Hastío:
“Con ardor invencible, con ceguera fatal, bebiendo las piedades del dorado champaña y aspirando el veneno de las flores del mal”. Arturo Borja escribía en Voy a entrar al olvido “Indiferentemente tiene mi herida abierta el dorado veneno que me dio esa mujer: Voy a entrar al olvido por la mágica puerta que me abría ese loco divino: ¡Baudelaire!”
Medardo Ángel Silva escribió en Epístola:
“Hermano, que a la diestra del Padre Verlaine moras y por siglos contemplas las eternas auroras y la gloria del Pacleto, un mensaje doliente mi cítara te envía, en el cuello de nieve de la alondra del día, cuyo pico humedecen las mieles del Himeto”.
Alfonso Moreno Mora escribió en su Epístola a Luis Felipe de La Rosa:
“Es juguete de niños la más pulcra esperanza; he mirado ya mucho, para esperar ver más… Luz, el aire, todo me fastidia y me cansa, y en el busto de Palas clama el cuervo: ¡ ¡ ¡Jamás…!!!
Noveno: Sincretismo religioso entre lo clásico grecolatino y lo cristiano.
Si bien no se puede encasillar en este aspecto a todos los modernistas ecuatorianos, muchos de ellos tomaron temas del clasicismo como en el poema Visión Lírica de Alfonso Moreno Mora; y otros fueron puramente cristianos como José María Egas. No obstante, la evocación religiosa no se da como un tema devocional, sino como fuente de escape de la realidad absurda en la que les tocó vivir.
José María Egas escribió en su poema Plegaria
“Tu siglo se muere de un mal imprevisto Tu siglo está loco, ¡señor Jesucristo! Ya no hay alma, verso, ni luz, ni oración”.
Medardo Ángel Silva escribió en Lamentación del melancólico:
“Y como tú, sollozo, Jesús crucificado: Padre mío: ¿por qué me habéis abandonado? Sufro tanto…, estoy solo, Señor… y tengo miedo”.
Humberto Fierro escribió en A Clori:
“Y así fuera en tu espíritu querido La Pluvia que Dánae recibiere, O muriendo como Atys en el olvido O triste como Sísifo estuviere, Te diré con mis versos al oído El Amor es un Dios que nunca muere”.
Décimo: Hay más poetas modernistas que los decapitados.
Con respecto al nombre Poetas decapitados, éste nació de un ensayo publicado por Raúl Andrade titulado Retablo de una generación decapitada. Lo cual provocó que bajo el canon académico se enfocara al modernismo sólo en los nombres de: Medardo Ángel Silva, Huberto Fierro, Arturo Borja y Ernesto Noboa y Camaño.
Así, se ha dejado de lado a otros poetas modernistas como Alfonso Moreno Mora y José María Egas. Pero hay más. Hernán Rodríguez Castelo nos habla de poetas como Pablo Hánnibal Vela, Manuel María Palacios Bravo, Wenceslao Pareja, Guillermo Bustamante, Remigio Romero y Cordero, entre varios otros que no mencionaré por su larga extensión, pero que sí podrían consultar en la décima página del libro de los clásicos Ariel: Otros Modernistas.
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Bibliografía
Clásicos Ariel. (s.f.). El árbol del bien y del mal y otros poemas. Guayaquil: Ariel.
Clasicos Ariel. (s.f.). Otros Modernistas. Guayaquil: Ariel.
Darío, R. (2015). Rubén Darío, Obras selectas. Madrid: EDIMAT.
Edibosco. (1991). Literatura Ecuatoriana e Hispanoamericana. Cuenca: Edibosco.
Hurtado Larrea, O. (2018). Las costumbres de los ecuatorianos. Bogotá: Penguin Random House.
Lexus Editories. (2010). HISTORIA DEL ECUADOR. Barcelona: LEXUS EDITORES.
Luna Tamayo, M. (2001). Historia del Ecuador. Madrid: Cultural, S.A.
Oseguera de Chávez, E. (2000). Historia de la literatura latinoamericana. México: Addison Wesley Longman de Mexico, S.A. de C.V.
Santillana. (2006). Historia y Geografía de Ecuador. Quito: Santillana.
UTPL. (2015). Literatura del siglo XX. Loja: Ediloja.