Resumen biográfico de Luis. A. Martínez.
Este ilustre ambateño nació el 23 de junio de 1869. Fue un artista polifacético: escritor, pintor y político de tendencia liberal -incluso muy cercano a Eloy Alfaro-. Desde su juventud su carácter fue la de aventurero, y rebelde. De hecho, había sido expulsado del colegio San Gabriel por mala conducta. Luego ocupó varios cargos públicos.
En 1896 se casó con su sobrina segunda Rosario Mera Iturralde, hija de su primo, el escritor y político ambateño Juan León Mera (1832-1894).
A inicios de 1900 se hizo administrador del Ingenio Valdez, en lo que entonces fue la parroquia Milagro. Ahí enfermó de polineuritis malaria. Durante seis meses quedó paralizado y postrado en la cama. Dictó a su esposa su obra más importante: A la costa, en la cual se reflejan muchas de sus vivencias, incluyendo esa enfermedad. Murió en octubre de 1909.
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A LA COSTA, RESUMEN
La novela de Martínez está dividida en dos partes. En la primera parte, ambientada en la sierra ecuatoriana, predominantemente en Quito. Ahí actúan sus dos personajes principales: Salvador y Luciano. La segunda parte de la obra está ambientada en el litoral, y se centrará sólo en Salvador.
Personajes principales: Salvador y Luciano.
Personajes secundarios: Doctor Jacinto Ramírez, Camila Quiroz, Mariana Ramírez, Rosaura Valle, Fajardo, Consuelo Gómez, Roberto Gómez, Don Antonio Velázquez.
Primera Parte de A la costa
El Doctor Jacinto Ramírez, padre de Salvador, da inicio a la novela el momento en que recuerda el terremoto de 1868 que había destruido Imbabura. En aquel desastre perdió a toda su familia y la casa de sus padres. El Doctor Jacinto Ramírez también recordaba el sacrificado estudio que hizo para licenciarse como abogado.
Hecho abogado, no consiguió ingresos económicos que lo sacaran de los aprietos económicos. Su personalidad ayudó poco en la consecución de recursos económicos estables: “él, cohibido con la pobreza y su carácter huraño y triste, nunca intimó con nadie”. (Martínez, 2017, p. 22). Se casó con Camila Quiroz, mujer que con el tiempo pasará de la devoción católica al fanatismo más recalcitrante. Camila fue aupada por Rosaura Valle, beata que en último caso persiguió la ruina de la familia Ramírez. A Camila, le importaba muchísimo el quedecir de la sociedad quiteña. Aunque la familia no tenía dinero, debía aparentar la nobleza de la gente blanca.
De aquel matrimonio nacieron: primero Mariana y después Salvador. Mariana tenía vitalidad y energía. Salvador era más bien enfermizo y tímido como su padre. Aquella energía que Mariana tenía fue aplastada por las convenciones sociales de la sociedad Quiteña representadas en su madre. Por otra parte, Rosaura Valle la odió desde que la miró porque Mariana era bonita, motivo por el cual buscó la destrucción e infelicidad de la joven. Para alcanzar su objetivo, Rosaura manipuló a Camila Quiroz.
Arco argumental de Salvador, personaje principal de A la costa
Salvador y Mariana tuvieron una infancia feliz. Él estudió leyes en la Universidad, motivo por el que su padre destinaba mucho dinero a su preparación académica. Ya en la Universidad conoció a Luciano, un joven provinciano que será la antípoda de él: Luciano era liberal y Salvador, católico. Luciano era fuerte y Salvador, débil. Luciano era abierto, amistoso y sonriente; Salvador era tímido y callado.
Rosaura Valle, a quien no le gustó el comportamiento de Luciano porque ella era católica y él liberal, recomendó a Camila Quiroz que alejase a Luciano de su familia. Para ello, le inventó a Camila que Luciano presumía un noviazgo con Mariana. Azuzada por Rosaura, Camila decidió sacarlo de la familia por dos razones: era liberal, y al ser de provincia, podría ser un pobre campesino y no alguien de honor.
Por ello, Salvador renunció a la amistad de Luciano por órdenes de su madre. Desde aquel momento, el temperamento de Salvador se volvió huraño y esquivo, tanto con su padre como con su madre.
Camila Quiroz, madre de Salvador Ramírez.
Ya fanática del catolicismo y dada a chismes regaló dinero y objetos de valor a la iglesia para demostrar la nobleza de su familia ante la sociedad. La casa quedó en la ruina completa. Tiempo después, Don Jacinto Ramírez, padre de salvador, murió por una enfermedad. Salvador debió hacerse cargo de los gastos de la casa. Debió buscar trabajos, pero sin encontrar ninguno que le significara una buena fuente de riquezas.
Finalmente decidió ingresar al ejército católico que se levantó en armas para contrarrestar al ejército liberal de Eloy Alfaro que avanzaba desde Guayaquil hacia Quito para tomar el poder.
Arco Argumental de Luciano personaje principal de A la costa
Luciano Pérez era hijo de un rico hacendado de provincia. Fue enviado a estudiar leyes en Quito por su padre; sin embargo, detestaba los estudios de Quito, los consideraba inútiles, retrógrados y nada prácticos. Se consideraba liberal a muerte y anticlerical. Luciano era de cuerpo y carácter fuerte y amable.
Intimó con Salvador y durante un tiempo convivió con la familia Ramírez. Se enamoró en secreto de Mariana. No obstante, debido a los chismes y mentiras de Rosaura Valle fue expulsado de aquella familia. Un día Mariana entró a su casa. Hicieron el amor, y aquella fue la última vez que Luciano la vio.
Tiempo después regresó a la hacienda de sus padres, cansado de no saber más de Mariana. Se unió al ejército liberal alfarista como capitán. Enfrentaron en Guaranda a los ejércitos conservadores católicos. Sin saberlo, luchó contra su amigo Salvador a quien salvó de la muerte cuando estuvieron a punto de matarlo por ser del ejército conservador.
Finalmente, Salvador le contó la desgracia en la que cayó su familia. Y Salvador abandonó el catolicismo y se declaró anarquista.
Arco argumental de Mariana
Mariana se había enamorado de Luciano en secreto, pero renunció a su amor porque su madre la obligó. En secreto se entregó un día a Luciano, sin embargo, se arrepintió después y huyó de él. Poco después murió su padre.
Devastada, acoge los consejos de Rosaura Valle, mujer que buscaba sólo su perdición. Fue al claustro, aupada por aquella vieja y por su madre. En el claustro conoció al padre Justiniano. El predicador más famoso de la ciudad, y se enamoró de él.
“Hombre hermoso, joven, robusto, de mirada segura aunque lánguida, boca graciosa, atrayente, simpático” (Martínez, 2017, p. 106).
Luego Rosaura Valle le dijo a Mariana que el padre Justiniano estaba encantado con ella, y la llevó a una casa vieja donde el padre la esperaba. La vieja la dejó en un cuarto con el padre. Mariana fue violada por el cura, y Rosaura consumó sus planes. A partir de aquel momento, fue despreciada, por su hermano y la sociedad. Terminó mendigando con el hijo del sacerdote.
Segunda parte de A la Costa
Luciano y Salvador van a la costa
Decepcionado de Quito por la ruina de su familia y porque no hallaba trabajo, Salvador viajó hacia el litoral. De casualidad encontró a Luciano en el camino. Ambos viajaron hacia Guayaquil. En Guayaquil, Luciano tomó un barco hacia Europa, y Salvador fue a la hacienda los Bejucales a trabajar en las plantaciones de cacao.
Salvador y la naturaleza costeña.
En la hacienda los Bejucales, Salvador fue víctima de los malos tratos de Fajardo, administrador de la hacienda. Salvador conoció a Roberto Gómez, otro serrano que trabajaba varios años en aquella hacienda y que vivía con su hija, Consuelo.
Roberto Gómez y Consuelo ayudaron a Salvador a sobrevivir en la hacienda. Salvador enfermó de Paludismo, vio a uno de sus compañeros morir por la mordida de una serpiente y después enfermó de tifus de los pantanos. Salvador se enamoró de Consuelo y la chica de él, pero Fajardo también estaba enamorado de ella.
La suerte favorece a Salvador
Un día llegó el dueño de la hacienda, Don Antonio Velázquez, quien vio tan flaco a Salvador que le nombró tendero de la hacienda. Luego le dio todo lo que necesitaba para que Salvador se casara con Consuelo y se hizo su padrino de bodas.
Fajardo enfureció y se amistó con uno de los trabajadores que había sido un asaltante a quien llamaban el Cortado. Borracho, el Cortado mató de un balazo a Don Roberto Gómez. Salvador disparó al Cortado dos veces. Cuando estuvo por matarlo ahorcándolo, Fajardo intervino. Pocos días después, el Cortado murió por tétanos.
Salvador se casó con Consuelo. Don Antonio Velázquez nombró a Salvador como el nuevo administrador del Bejucal. Salvador comenzó a enviar dinero a su madre. Consuelo se embarazó.
Salvador enfermó un día de polineuritis palúdica. Poco a poco fue muriendo. Don Antonio le prometió el cuidado, tanto de Consuelo, como de la madre de él: Camila Quiroz. En el último día de vida de Salvador, Luciano había vuelto de Europa y vio morir a su amigo.
OPINIÓN DE A LA COSTA
A la Costa de Luis A. Martínez fue publicada en 1904. Esta novela dará inicio al mayor movimiento literario producido en el Ecuador: El realismo social. No obstante, el realismo de Martínez es más parecido al modernismo europeo. Francisco Proaño Arandi, en el estudio crítico de la obra de Martínez dice de A la costa lo siguiente:
“perspectiva realista, casi naturalista, en todo caso positivista, en lo que era el Ecuador en vísperas de la transformación liberal” (UTPL, 2016).
Uno de los mayores logros de su obra es la descripción de las costumbres de inicios del siglo XX. Es el espejo literario que refleja la miseria, la burla, la hipocresía y la falsa moralidad de una sociedad que se creía superior por su color de piel o su apellido. Otro aspecto importante de la novela son las pinceladas descriptivas, tanto de Quito como de la naturaleza costeña. Según el prólogo de la novela A la Costa (2017), escrito por Juan Pablo Castro Rodas “resulta sorprendente cómo Luis A. Martínez se aproxima a las formas cinematográficas de la narración”.
Martínez, sin ocuparse de la denuncia social y la lucha de clases, retrató por primera vez a la sociedad ecuatoriana tal como era, o en todo caso, como Martínez creía que era. Expuso las contradicciones de una vieja institución católica enquistada en la capital en contraposición con una cultura liberal progresista.
“Por su temática, por su sentido político, por la descarnada radiografía que hace de la realidad del país, esta novela marca un punto de inflexión en la narrativa ecuatoriana”. (UTPL, 2016).
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La temática de la obra A la Costa
La temática general de la obra es la decadencia de las costumbres decimonónicas en el país en contraste con la pujanza del modernismo, el trabajo y la búsqueda del destino propio.
Los personajes de la novela son actantes que representan a la sociedad a la que pertenecen. El padre de Salvador es aquel buen servidor que ve cómo la poca fortuna que había acumulado desaparece. Su madre, Camila Quiroz, dilapidó todo el dinero en la iglesia para guardar las apariencias.
A la Costa muestra aquella Quito paralizada en los conceptos coloniales de Nobleza y pureza de sangre basada en el color de la piel. Una sociedad hipócrita que velaba por los quedecires. Cuando Salvador es obligado a romper con su amigo, dijo esto el narrador:
“recordó Salvador una a una las escenas de su vida, sondeando con su naciente pesimismo la miseria social, la asquerosa llaga de las familias sin patrimonio, pero sí vanidosas y necias: vio la llaga de la estúpida intransigencia política y religiosa, que amarga nuestras incipientes sociedades”. (Martínez, 2017, p. 66).
Así mismo, el narrador expresó el pensamiento del Dr. Ramírez sobre la sociedad Quiteña de la siguiente forma:
“Él había visto con horror que la justicia era inflexible para el pobre, el miserable, el desvalido. (…) Él, con ser tan profundamente religioso, ¿acaso no palpaba que la religión era una pompa teatral, al abrigo de la que medraban la ignorancia, la concupiscencia, el orgullo y la avaricia?” (Martínez, 2017, p. 36)
Recordemos que el mismo padre Justiniano a quien se lo consideraba un santo en la ciudad violó a Mariana. La vieja Rosaura Valle era quien le conseguía a este padre a sus víctimas. Esa señora, siendo beata, buscó la ruina de la casa de los Ramírez. Y Camila Quiroz destinó todo su dinero a la iglesia.
Cuando Salvador ya estaba de viaje a la costa, le comentaba esto a su amigo Luciano: “Nuestra vieja casa estaba ya en poder de otro dueño; gran parte del dinero que produjo la venta fue dispuesto por mi madre para comprar rifles y cápsulas y enviarlo al norte”. (Martínez, 2017, p. 157).
Esos rifles fueron comprados como pretexto de la guerra civil que confrontaba a liberales contra conservadores durante el ascenso de Eloy Alfaro.
Los personajes principales de A la Costa
Salvador representa al joven conservador; Luciano, representa al joven liberal. No obstante, Salvador va cambiando su modo de pensar. Si bien, se declaró católico al principio, con el tiempo resintió del catolicismo, y de su profesión de abogado, y al final, de su vida.
La religión le quitó prácticamente todo: su madre por regalar su fortuna a la iglesia quedó en la calle; su hermana fue violada por el padre Justiniano. Sus estudios jurídicos y filosóficos no le sirvieron para absolutamente nada. Esto dice el narrador respecto de la educación:
“La educación de nuestra juventud ha seguido ese camino trazado desde el tiempo de la Colonia: mucho de filosofía especulativa y nada de las ciencias prácticas de la vida.” (Martínez, 2017, p. 33).
Durante la primera parte de la novela, Salvador fue un personaje pasivo, todo le va mal. Se convierte en un personaje activo en la segunda parte porque viaja hacia la costa para buscar fortuna; y, aunque luchó contra enfermedades y malos tratos, su trabajo -y la suerte-, le terminaron favoreciendo.
En contraposición de él estaba Luciano. A quien Camila Quiroz y Rosaura Valle despreciaron por ser del campo, no ser de alcurnia. Esto pensó Luciano de la familia Ramírez cuando fue despreciado por ellos:
“¿Y qué eran los Ramírez por ventura? ¿A caso él no sabía que la cuna de esa familia se meció en una hacienda del infernal Chota, y que el látigo había desgarrado mucha veces las espaldas de los antepasados de Salvador? (Martínez, 2017, p. 81)
A la Costa muestra la esperanza de los inicios del siglo XX por una modernización del país en el agro costero.
Con lo anteriormente dicho, la primera parte es el desenamoramiento de ese Ecuador que arrastraba el conservadurismo y prácticas coloniales. Todo eso plasmado en Quito, ciudad estancada en lo monástico, la seudo nobleza y la negación del progreso.
Creías tú, que en Quito, la ciudad católica, la ciudad de los conventos y de los ricos que se dicen nobles, hubiese gente que no tiene un pedazo de pan para llevarse a la boca, gente que es robusta y con voluntad de trabajar? Y en tanto hay en los conventos algunos centenares de frailes ahítos y ociosos, algunos de ellos corrompiendo a las muchachas (Martínez, 2017, p. 158).
La segunda parte es el alejamiento de aquella ciudad sumida en el atraso y la pobreza; así como la búsqueda de un nuevo futuro y la esperanza del progreso. Sin embargo, no queremos caer en el infantilismo de la contraposición de demonizar a la sierra por un lado y ensalzar a la costa por otro; dado que, aquello no se muestra en la novela. La diferencia que se muestra es de quienes y cómo trabajan. Con la cita del anterior párrafo se demuestra la visión pesimista que el narrador tenía de Quito. Veamos lo que opina del señor Antonio Velázquez, quien era dueño de las plantaciones de cacao en las que trabajó Salvador:
“El señor Velázquez era un anciano robusto y hermoso, descendiente de las antiguas familias guayaquileñas que guardan el honor y la probidad como el mejor timbre de su alcurnia (…) La fortuna la debía al trabajo y no al agio, a la avaricia o al contrabando”. (Martínez, 201, p. 229)
Pese a lo antes dicho, en la novela se explica que el gran sueño de progreso en las plantaciones cacaoteras es casi nulo. El protagonista encontró su camino de progreso, más por la suerte, que por el mérito de su trabajo esforzado.
El regionalismo dentro de la obra de A la Costa.
La novela detalla aquel sentimiento de nobleza y superioridad de familias, que, incluso siendo pobres, se consideraban mejores que las personas del campo, como lo sucedido en la familia Ramírez al despreciar a Luciano.
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Por otro lado, se muestran las diferencias entre los serranos y los costeños. Aunque aquellas diferencias no están del todo marcadas en la novela, no existe la lucha serrano-costeño que fue casi cuotidiano en la cultura ecuatoriana hasta entrado el siglo XXI. En las plantaciones de cacao, a Salvador no lo desprecian tanto por serrano, sino más bien por ser blanco.
“El odio al blanco, esa idiosincrasia del antiguo esclavo, estallaba con cualquier motivo; y tanto se dejaba llevar de esa pasión, que en el Bejucal todos los empleados y peones, salvo el mayordomo Gómez y tres o cuatro trabajadores, eran mulatos o verdaderos montubios descendientes de los aborígenes”. (Martínez, 2017, p. 187).
En conclusión:
A la Costa es la novela que va a dar inicio al realismo en el Ecuador. No forma parte del realismo social porque no se concentra en la propuesta marxista de la explotación del rico contra el pobre, o del aristócrata contra las clases minoritarias explotadas. Se trata más bien de mostrar las condiciones de vida reales de la sociedad quiteña y su desencanto; así como el escape de aquella sociedad “medioeval”, y la búsqueda del destino.
Conviene leer A la costa; a parte de su narración clara y limpia, revela a ese Ecuador de inicios del siglo XX que pretendía caminar hacia la modernidad.
Bibliografía:
Martínez, L. A. (2017). A la costa. Santillana.
UTPL, (Universidad Técnica Particular de Loja). (2016). Literatura del siglo XIX. Ediloja.